Monedas regionales. Nuevos instrumentos para una prosperidad sustentable

Bernard Lietaer, Margrit Kennedy, La Hidra de Lerna Ediciones, Coleccion Finanzas Eticas, España, 2008

Se entiende por sistemas monetarios sociales, también conocidos como alternativos, comunitarios, complementarios, locales, paralelos, etcétera, a aquellos sistemas monetarios que se crean al margen de las monedas oficiales del país, y que tienen como objetivo fundamental la promoción de proyectos económicos y sociales de carácter local, a la vez que la puesta en valor de los activos y recursos locales que no se encuentran dentro de los círculos y circuitos ordinarios de intercambio debido a la escasez de la moneda oficial. La implantación de estos sistemas monetarios permite promover transacciones económicas que de otro modo no tendrían lugar por ser la moneda oficial escasa.

En definitiva, son sistemas organizados y gestionados destinados al intercambio de determinados productos y servicios producidos en el ámbito local. Por lo tanto, necesariamente han de ser sistemas con una dimensión espacial limitada, basados en conceptos de vecindad, solidaridad, conocimiento y confianza mutuos. No obstante, entre cada una de las denominaciones que hemos mencionado existen matices y diferencias. Por cuestiones de espacio vamos a tratar todos ellos de forma unívoca como monedas sociales, destacando lo que es común, y, sobre todo, los aspectos de solidaridad comunal.

Según los defensores de la economía de solidaridad, son sistemas que contrastan con los mecanismos e instituciones de la economía dominante, fundamentalmente los bancos centrales y la banca privada, instituciones que son claramente recelosos de los sistemas monetarios sociales o complementarios. Según la doctrina militante de los sistemas monetarios sociales, los bancos centrales crean escasez de dinero y es precisamente la escasez de dinero la que genera las crisis y paraliza los sistemas económicos locales. En efecto, “las monedas nacionales convencionales y lo sistemas monetarios han sido programados para generar competencia y mantener la escasez. Si existen otras monedas disponibles, tendrá sentido continuar usando las monedas convencionales para los negocios, adquirir un auto, pagar el combustible o la cuenta del teléfono ; pero para comunicarse con los vecinos, ocuparse de las personas mayores o ampliar los horizontes educativos de los niños, tal vez deba contemplarse el uso de una moneda que favorezca la cooperación.” (Lietaer)

Los autores plantean una nueva forma de desarrollo económico regional estimulado por las monedas regionales o monedas complementarias. En el libro se hace una revisión conceptual y se abordan numerosas experiencias de éxito en el ámbito de las monedas complementarias en todo el mundo, así como las oportunidades que presentan para salir de la presente crisis. Las monedas complementarias y regionales no son sólo un instrumento de desarrollo económico, sino que es un instrumento transversal por el que se pueden alcanzar objetivos de carácter medioambiental, social, asistencial, sanitarios, etc. Las monedas complementarias surgieron en la Gran Depresión, y Japón se ha convertido en la actualidad en uno de sus principales bancos de pruebas.